Todos los años, kanthari forma en su campus de Kerala (India) a más de 20 agentes del cambio social. Personas de todo el mundo cuyo denominador común es la firme voluntad de generar en sus comunidades de origen un cambio social y ético radical e innovador. Almayuda financia kanthari, que invierte en estos agentes de transformación social.

kanthari, que en un primer momento recibió el nombre de Instituto Internacional para Emprendedores Sociales (IISE), es un centro de enseñanza y formación cuyo campus, respetuoso con el medio ambiente, está situado en Thiruvananthapuram, capital del Estado de Kerala (India). Fue fundado en 2005  por Sabriye Tenberken y Paul Kronenberg después de llevar a cabo el proyecto pionero Braille Without Borders, cuyas instalaciones se encuentran en Lhasa (Tíbet).

Sabriye Tenberken y Paul Kronenberg

Sabriye Tenberken, de nacionalidad alemana, es ciega desde los 12 años. Desarrolló el sistema braille en tibetano después de estudiar ciencias de Asia central en la Universidad de Bonn, donde se especializó en Tibetología. Su compañero de vida y de proyecto, Paul Kronenberg, de origen holandés, estudió ingeniería mecánica, informática, tecnología comercial y sistemas de comunicación antes de trabajar para varias ONG en África, Asia y Europa del Este.

Sabriye y Paul crearon el IISE para ayudar a personas que han superado retos vitales o accidentes importantes, como discapacidad, pobreza, guerra, discriminación o explotación, a montar su propio proyecto, bien en forma de ONG, bien como empresa con vocación social. En nombre de estas personas modestas, capaces de cambiar la sociedad si se les ayuda a prepararse, decidieron cambiar el nombre de su proyecto por el de kanthari, un pequeño pimiento pero extremadamente picante que crece de forma silvestre en Kerala.

El kanthari, que Sabriye y Paul escriben siempre en minúscula, para reflejar su organización horizontal, como un desafío a las convenciones, es el símbolo de un nuevo tipo de líder, que se encuentra en los márgenes de la sociedad, pero que, como este tipo de pimiento, lleva el fuego en su interior.

¡Doce meses para tomar impulso!

Para incorporarse a una de las promociones del campus kanthari (cada año se forman de 20 a 25 participantes), es necesario haber cumplido los 22 años y mostrar una voluntad férrea de introducir un cambio social y ético en su comunidad de origen. Así mismo, se requiere un buen nivel de inglés y, conocimientos básicos de informática. Por el contrario, la nacionalidad, la religión, la discapacidad o los títulos académicos no influyen en la selección de los y las candidatas. Las personas elegidas tienen los gastos de alojamiento y de formación totalmente cubiertos por medio de becas financiadas por los donantes.

A lo largo del curso, que tiene una duración de 12 meses (siete meses en el campus y cinco sobre el terreno), los y las participantes reciben formación en todos los ámbitos que condicionan el éxito en la creación de una ONG o una empresa con vocación social: desde la gestión del proyecto hasta la recaudación de fondos, pasando por la informática, la oratoria y el liderazgo, la gobernanza, la contabilidad y la gestión, la planificación y la resolución de problemas, el marketing y la comunicación, etc.

La enseñanza es intensiva y práctica. Los cursos y talleres están tutelados por los llamados catalizadores en el vocabulario kanthari. Estas personas con experiencia, que han llegado de regiones cercanas o desde la otra punta del mundo, comparten un mismo objetivo: hacer que emerja y se desarrolle la capacidad de liderazgo de cada participante insuflándole energía, ética, creatividad y ganas de convertirse en fuerzas del bien en lugar de víctimas de las circunstancias.

El programa de enseñanza, denominado «Viaje en cinco actos», está concebido como una serie de experiencias destinadas a preparar progresivamente a los y las participantes para los desafíos del mundo real. Comienza en un mundo virtual, donde cada participante puede probar sus iniciativas sociales sin correr riesgos, y termina con un trabajo de campo, de 5 meses de duración, en el que los y las graduadas de kanthari acompañan a cada participante en la puesta en marcha de su proyecto.

Proyectos multicolor

kanthari clasifica los proyectos de sus participantes en cinco categorías, representadas por colores.

Pimiento verde agrupa los proyectos de base, capaces de producir con rapidez un cambio social tangible. Karthikeyan Ganesan, por ejemplo, inició cerca de Pondicherry (India) el Sristi Village, una comunidad inclusiva, respetuosa con el medio ambiente y autónoma, gestionada por personas con discapacidad mental, jóvenes desfavorecidos y habitantes de las poblaciones vecinas.

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Pimiento amarillo es un marcador de la innovación que, a través de nuevos productos, estrategias, tecnología o conceptos, promueve el cambio social. Olutosin Adebowale dirige en Nigeria Trash to Treasure, donde se fabrican productos a partir de desechos reciclados para transformar la vida de mujeres maltratadas.

Pimiento naranja federa a empresarios y empresarias sociales utilizando la empresa como una herramienta de cambio social sostenible. Ojok, en Uganda, tenía 9 años cuando un soldado rebelde le golpeó la cabeza con un fusil. Casi perdió la vista, pero ahora dirige una cooperativa apícola y ya ha formado a unas 40 personas ciegas para que puedan vivir de la apicultura.

Pimiento rojo corresponde a aquellas personas militantes que luchan por un mundo libre de discriminación, actitudes negativas o normas perjudiciales. Jane Waithera es una mujer con albinismo que reside en Kenia, donde la vida de las personas con albinismo es difícil. Los hechiceros creen que algunas partes de sus cuerpos traen buena suerte y esto pone su vida en peligro, ya que a veces son asesinadas. Su organización lucha contra los asesinatos de las personas con albinismo, defiende sus derechos y ofrece asesoramiento tanto para ellas como para las personas que les cuidan.

Pimiento morado reúne a artistas que utilizan la creatividad y el arte como herramienta para marcar la diferencia. Sristi, que vive en Nepal, es ciega. Como bailarina, utiliza su arte, la moda y los deportes de aventura para estimular a las personas invidentes y cambiar la percepción de la sociedad sobre la ceguera.

Desde sus inicios, hace ya 12 años, kanthari ha formado a 226 responsables de proyectos realizados en 48 países. Más de 130 organizaciones tienen cada día un impacto positivo en la vida de miles de personas en situación de exclusión social. Aunque su red es sólida, la crisis sanitaria ha debilitado su acción. En este contexto, la contribución de Almayuda, como la de todos los demás mecenas y patrocinadores, está resultando muy valiosa. 

Fotos kanthari

Enlace de interés : https://www.kanthari.org/