Cuando concluya la exposición Dora Maar, organizada por el Centro Pompidou de París, el J. P. Getty Museum de Los Ángeles y la Tate Modern de Londres, su catálogo, editado por Éditions du Centre Pompidou con el apoyo de la Fundación Almayuda, seguirá rindiendo homenaje a la que fue mucho más que La mujer que llora de Picasso.

Dora Maar nació en 1907 en París con el nombre de Henriette Théodora Markovitch, pero sus padres la apodaron Dora. Con ellos marchó a Buenos Aires a pasar su infancia y su adolescencia. De vuelta a París en 1926, estudió artes decorativas y fue alumna del pintor André Lhote.

En 1930 publicó sus primeras fotografías. La que recibiría el apodo de «la morena cazadora de imágenes» empezó trabajando en moda y publicidad para marcas de productos de belleza como Pétrole Hahn o Ambre Solaire. Creó “Les années vous guettent” (‘Los años te aguardan’), un proyecto publicitario para una crema antiarrugas en el que superponía dos fotos de mujeres, una de ellas en negativo; este trabajo es una demostración de su dominio del retoque y del fotomontaje.

De los surrealistas a Picasso

A partir de 1933, Dora fotografía a la juventud popular de las Ramblas de Barcelona y de la Zone, un barrio empobrecido y marginado de París, así como a los marginados de la sociedad inglesa. En esos momentos capta escenas que la hacen sensible a las diferencias sociales y la inducen a firmar varios manifiestos. Su compromiso político, que pronto se resuelve como antifascista, la lleva a acercarse a los surrealistas, con los que comparte el gusto por el vagabundeo urbano.

Portrait de Picasso, Paris, hiver 1935 – 1936

Centre Pompidou, MNAM-CCI/Service de la documentation photographique du MNAM/ Dist. RMN-GP – © Adagp, Paris

Junto a ellos lleva a cabo proyectos de acciones políticas, exposiciones y publicaciones. En ese periodo utiliza su técnica para producir múltiples fotomontajes o fotografías «puras» y enigmáticas. Es la época de 29, rue d’Astorg, el Retrato de Ubú y El simulador.

Durante el invierno de 1935 a 1936, conoce a Picasso a través de la red surrealista. Dora Maar lo fotografía primero en su estudio de la calle Astorg y luego lo inicia en experimentos con la cámara oscura que darán lugar a su famosa serie de placas de vidrio. En la primavera de 1937, su complicidad les lleva a colaborar en la creación del Guernica, encargo del gobierno republicano para el pabellón español de la Exposición Universal de París. Dora documenta todo el proceso de creación inmortalizando cada paso.

Pablo pinta a Dora mientras Dora pinta a Pablo y reinventa su arte.

Fascinados el uno por el otro, los artistas serán amantes entre 1936 y 1943. Dora será el tema de unos 500 retratos de Picasso. «Ella se convierte en el objeto de su pintura, pero él también se convierte en el objeto de las pinturas de ella; es en ese momento cuando ella toma los pinceles», cuenta Karolina Ziebinska-Lewandowska, comisaria de la exposición Dora Maar (junto con Damarice Amao). Pablo pinta a Dora mientras Dora pinta a Pablo y reinventa su arte.


Assia – Centre Pompidou, MNAM-CCI/Georges Meguerditchian/Dist. RMN-GP – © Adagp, Paris


Assia – Centre Pompidou, MNAM-CCI/Georges Meguerditchian/Dist. RMN-GP – © Adagp, Paris


Centre Pompidou, MNAM-CCI/Jacques Faujour/Dist. RMN-GP – © Adagp, Paris

La pintura ocupa cada vez más espacio en sus indagaciones. Inspirada en un principio por Picasso, encontrará su estilo en pinturas íntimas, impregnadas de un sentimiento de soledad y seriedad que corresponde a un periodo doblemente dramático: la ocupación nazi y el final de su historia con el «Minotauro».

Homenaje

A mediados de los años cincuenta, Dora Maar se dedica a trabajar en el paisaje hasta llegar a la completa abstracción. Hasta el final de su vida pinta, escribe, dibuja, experimenta entre su taller de París y el que instala en Ménerbes, un pueblo de la región del Luberon en Francia. Con pocos medios, vuelve incluso a sus primeros amores. En los años ochenta realiza fotogramas raspando y pintando viejos negativos, traduciendo así una búsqueda de convergencia entre las dos artes que llenaron su vida.

Dora Maar, el catálogo que acompaña la exposición, invita en 208 páginas y más de 200 ilustraciones a descubrir el recorrido de esta artista consumada, intelectual libre e independiente.

A partir de los años sesenta nunca muestra o expone su trabajo; llega incluso a cancelar una exposición en Beaubourg. Las últimas tres décadas del trabajo de Dora Maar no se descubrirán hasta un año después de su muerte, cuando se produce la dispersión de su taller.

Es a esta Dora, «la de las múltiples y siempre bellas caras» (2), a la que han querido rendir homenaje en 2019 tres grandes museos. La cooperación entre los equipos de los departamentos fotográficos del Centro Pompidou, del J. P. Getty Museum y de la Tate Modern ha permitido reunir 430 obras entre retratos, fotografías de moda, collages surrealistas y pinturas, procedentes de 80 instituciones y colecciones privadas.

Publicado por Éditions du Centre Pompidou con el apoyo de la Fundación Almayuda, Dora Maar, el catálogo que acompaña la exposición, invita en 208 páginas y más de 200 ilustraciones a descubrir el recorrido de esta artista consumada, intelectual libre e independiente.

Enlaces de interés: https://next.liberation.fr/arts/2019/06/10/dora-maar-une-vie-dare-d-art_1732836

(1) Paul Éluard, poeta y pilar del surrealismo.
(2) Dedicatoria de Lise Deharme, novelista y poeta, musa del surrealismo.

Photo DR (si no se especifica)